sábado, 11 de julio de 2009

Elvis está vivo y su Caddy también







Uno de los autos más emblemáticos de los años del rock & roll, y de las aletas en su máxima expresión de tamaño y delirio espacial, es el Cadillac 1959. En este blog ya aparece el cuatro puertas blanco que fotografié para la revista y en el Encuentro de Cartagena (para eso sirven las etiquetas del costado) y también le hice fotos a una familiar (igualita a la de Los Cazafantasmas) que hace las veces de carroza funebre de la delirante colección de la Funeraria Gaviria de Medellín, que trataré próximamente.
Esta cupé de ese año está todos los días estacionada en el centro de Mérida, frente al negocio de tapizado de asientos de su dueño y ayer además tuve algún susto menor cuando se me apareció de frente en una curva del camino, en una carretera de las afueras de la ciudad.
Yo no se cuantos Cadillac 1959 cupés pueden andar todavía deambulando y cumpliendo este tipo de tareas de traslado cotidianos en el mundo. No creo que sean dos, si acaso habrá algún otro en Cuba. Por eso dejó constancia aquí de lo que todo el mundo se puede encontrar cuando caminando por la calle 21 de vuelta en la carrera séptima de esta ciudad.

viernes, 10 de julio de 2009

El postre de Las Delicias




Mientras visitaba las diferentes dependencias de Las Delicias me encontré con este buen Opel Manta 1.8, que sin embargo parecía entrar en estado de semi abandono.
Esta generación del Manta me parece la más interesante, un auto de muy limpio, compacto, elegante y con un frente que me recuerda las cupés BMW de la época con el perfil tipo tiburón. En los países de Latinoamérica es una verdadera rareza dar con uno y por eso aquel encuentro me alegró una mañana de Boconó.

Delicias de Mercedes





Boconó es un pequeño pueblo andino en el estado Trujillo, Venezuela. Fue allí donde nació hace más de 3 décadas la empresa de transportes Las Delicias, que comenzó adquiriendo unas autos y vanes gringos para hacer trayectos "por puestos", como se conoce al transporte más difundido por aquí.

Los "por puestos" funcionan como ómnibus aunque se trate casi siempre de autos con cinco plazas. Cubren una ruta determinada y generalmente salen de la base una vez que se completan todos los asientos. Todos los viajeros pagan la misma tarifa vayan donde vayan, y el chofer se detiene en donde el pasajero le pide y apenas se desocupa un puesto busca nuevos clientes para que le salga lo mejor posible la vuelta.

Volviendo a Las Delicias, la empresa creció y fue adquiriendo buses. Los primeros fueron unos Bluebird gringos, de los que también hay muchos en Venezuela, pero alguna vez decidieron probar con unos Mercedes de fines de los sesenta y ya no los abandonaron más. En el mejor momento llegaron a tener unas 48 unidades de estos Mercedes, todos de entre finales de los sesenta y finales de los setenta, del mismo modelo -chasis O302-, y con ínfimas diferencias entre los primeros y los últimos.

A mi me sorprendió mucho cruzarme con el primero de todos los que vi en los llanos venezolanos, porque ese bus ya es un clásico que merece museo y me llamó mucho la atención el esquema de pintura, que también se me hizo muy sesentero.

Luego me topé con otro más cerca de la zona andina, pero era imposible pensar en retratarlos y verlos en detalle cuando nos cruzabamos con sentidos de marcha opuestos.

La sorpresa fue verlos todos juntos cuando llegué a Boconó y enterarme que ahí estaban los headquarters de "Las Delicias". Visité el taller donde les hacen mantenimiento mecánico, el de mantenimiento de lámina y pintura y hasta algún galpón donde se hospedaban los mejor cuidados, ya que los buses pertenecen a diferentes propietarios y cada uno le da el cariño que creen que merecen.

Me encontré con algunos pocos que son una bomba de tiempo, la mayoría están en buen estado, mientras hay varios que ya fueron condenados a la tarea de donadores de piezas cuando se rompen otros mejores. También vi varios en el proceso final de una restauración total.

Todos se mantienen muy completos aunque los tapizados originales (correspondiente cuero y pana de un marrón mostaza muy alemán) fueron reemplazados casi siempre por unas horribles telas colorinches modernas.

Todos llevan motores de 6 cilindros Diesel y ninguno tiene aire, con lo cual se hacen una mejor opción para cubrir las rutas de Boconó a Guanare, Barquisimeto o hasta Caracas, porque los choferes venezolanos suelen hacer un frigorífico de sus unidades.

El nombre de la empresa me encantó; un milagro que no hable de algún lugar geográfico, recuerde a alguna virgen o santa o abuse de palabras como Rapi, Trans, Bus, etc. Y parece que la inspiración fue sólo copiar el nombre de un restaurant que había junto a la primera sede de la empresa.

martes, 30 de junio de 2009

Rara avis






Camino a la costas de Playa Medina, en el estado Sucre, Venezuela, me encontré este objeto. Estaba apurado por las palmeras, la arena blanca y las aguas cristalinas y me costó frenar y dar la vuelta. Pero volví y tuve recompensa.
Este triciclo no lo había visto jamás en la vida ni en figuritas. Su dueño me contó que lo tenía hace ya unos años, que antes de habitar los alrededor de Carúpano y Puerto Caribe, Sucre, vivía en Maracay, Aragua, y que resultó ser el mejor de los seis vehículos que ha tenido para bajar los productos de la tierra que se producen monte arriba de estas ciudades caribeñas.
Se lo veía muy robusto para la tarea, con un diferencial heavy duty y una suspensión delantera de moto, con dos fornidos amortiguadores telescópicos en la rueda delantera, que es la direccional. El interior estaba intervenido por un enorme cajón de sonido y los cables del altoparlante que llevaba sobre el techo y aunque el propietario me contó que era un Toyota y que tenía un motor de 4 cilindros bajo el asiento, también puede ser un modelo de su subsidiaria Daihatsu, ya que el tablero anunciaba esa procedencia.
Los tanques de gasolina parecen una adición venezolana, porque detrás de la puerta suicida del lado derecho tiene la boca de carga original.
He visto otros triciclos de carga, italianos como el difundido Vespa Ape o las Siambretta/Lambretta, algunos alemanes en Argentina y Uruguay, los Bajaj indios siguen reproduciéndose en el tercer mundo y descubrí otros nipones en los museos de las marcas, allá en Japón, pero nunca uno de las dimensiones de este gigante.
Subo unas cuantas fotos para apelar a la sabiduría de los amigos de "Viven Aquí" a identificar y ampliar detalles de este bicho.

En Levis 501 detrás de un BMW 501




Hay que mirar siempre para adelante. Y también para los costados, porque en Latinoamérica se siguen viendo importantes sobrevivientes de la historia del automóvil a cada paso.
Entrando a Caracas por el camino de Colonia Tovar, Eureka! En un depósito de la Policía, junto a unas cuantas decenas de Nissan Patrol II accidentadas y/o desguasadas, yacía este BMW 501, símbolo de la influencia de la escuela Bauhaus en el diseño automotriz alemán de posguerra.
Se veía bastante completo y en estado muy recuperable, aunque con un esquema de pintura que no lo ayuda. Justo unos días antes, cuando visité en Valencia la colección de Carlos Sandoval, de la que ya postearé detalles, me encontré con un 502 (se diferencia del 501 porque tiene motor V8) pintado en blanco, que dejaba ver mejor sus voluptuosas (o boludas, como dirían en Colombia) curvas.
Unos kilómetros antes de este BMW me encontré con un depósito de Cadillac usados por la presidencia venezolana en los años setentas y ochentas de los que también debo detalles.
Salvad a este pobre be-eme!!!

Ocho orquídeas, tres araguaney, doce palmas y un Maverick


La idea generalizada es que los venezolanos construyeron el país de las camionetas 4x4, que hay tan poca conciencia ambiental que mantienen horas los motores prendidos para que el habitáculo no levante temperatura aun cuando estén estacionados, y que la gasolina sobra como para botarla al techo, o al piso al menos, ya que todas las bombas de gasolina tienen el suelo negro porque antes y después de cada carga las gotas que quedan en la manguera se echan allí deliberadamente.

También hay otra cara que mostrar. En este viaje conocí un montón de gente procupada por la salud del medio ambiente, y aunque al propietario de este Ford Maverick que encontré en Santa Elena del Uarién –en la frontera de Venezuela con Brasil– no lo conocí en persona y seguramente su jardín orgánico es producto de la fortuna de que este pobre automóvil haya clavado el pico allí, el hombre se ha esmerado en mantenerlo como un vergel, pues a pesar de pasarle la guadaña al resto del jardín, toda la flora que asoma por el vano motor sigue igual de vigorosa que el motor V8 que originalmente vivía allí.

jueves, 25 de junio de 2009

Los tesoros de Choroní






Este es un breve registro de los autos que encontré en una tarde de estancia en el pueblo colonial de Choroní y su puerto aledaño, Puerto Colombia, en el estado Aragua, Venezuela.
Vi tres taxis por puesto en funcionamiento: el primero fue un viejo comercial Renault con carrocería "fatta in casa", el segundo un Chevrolet Impala 1960, y el tercero una enorme rural Ford LTD, de las que en México llaman "mariacheras" (llevan una banda completa de mariachis y ¡siempre sí cabe el contrabajo!)
Botados uno detrás del otro languidecían un Chevrolet Impala/Biskayne 1962 y un Camaro 1970-73, y el premio al mejor estado se lo llevaba la VW Combi, que se encargaba de traer y llevar turistas desde y hacia el aeropuerto de Maracay, a hora y media subiendo la montaña.