martes, 30 de junio de 2009

Ocho orquídeas, tres araguaney, doce palmas y un Maverick


La idea generalizada es que los venezolanos construyeron el país de las camionetas 4x4, que hay tan poca conciencia ambiental que mantienen horas los motores prendidos para que el habitáculo no levante temperatura aun cuando estén estacionados, y que la gasolina sobra como para botarla al techo, o al piso al menos, ya que todas las bombas de gasolina tienen el suelo negro porque antes y después de cada carga las gotas que quedan en la manguera se echan allí deliberadamente.

También hay otra cara que mostrar. En este viaje conocí un montón de gente procupada por la salud del medio ambiente, y aunque al propietario de este Ford Maverick que encontré en Santa Elena del Uarién –en la frontera de Venezuela con Brasil– no lo conocí en persona y seguramente su jardín orgánico es producto de la fortuna de que este pobre automóvil haya clavado el pico allí, el hombre se ha esmerado en mantenerlo como un vergel, pues a pesar de pasarle la guadaña al resto del jardín, toda la flora que asoma por el vano motor sigue igual de vigorosa que el motor V8 que originalmente vivía allí.

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