Colombia es el país del mundo en el que se puede construir un mapa a partir de los autos que habitan cada una de sus regiones. Cada pueblo o zona tiene el suyo, aquel que demostró con el paso de los años que mejor solucionaba las necesidades de transporte en función del tipo de labores y carga, la geografía de los alrededores, la economía de uso y variables por el estilo.
En las zonas cordilleranas, los 4x4 resisten todo tipo de malos tratos, y hay plazas de pueblos donde lo único que se ven son los Aro Carpati y los UAZ de la Cortina de Hierro (por ejemplo, en pueblos de tierra caliente), en otros los Nissan Patrol (en muchos pueblos del oriente antioqueño), los Daihatsu F20 son muy requeridos en pueblos de la sabana cundiboyacense, los Dacia doble cabina trabajan y viven como hormigas en Barranquilla y zonas aledañas, los Renault 4 y 6 siguen siendo los taxis de muchos pueblos sobre la cuenca del Cauca, pero lo más sorprendente sigue siendo la superpoblación de los Jeep Willys y los posteriores CJ5 en los pueblos del Eje Cafetero.
Caicedonia es quizá el pueblo cafetero donde se vive con mayor intensidad el culto al Yipao, tanto así que el monumento que recibe a los visitantes en la glorieta principal es de uno de ellos. Y en pleno centro, desde las calles que rodean el mercado salen a cada rato los Willys exageradamente cargados de pasajeros y bultos para los lugares más remotos en las montañas vecinas, tarea que algunos Jeep ya llevan cumpliendo más de 50 años, en el que el progreso del automóvil no ha dado herramienta más idónea que el Willys para llegar hasta donde parece que ningún otro puede.
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